A partir del 2012 irrumpe en el mercado China, que hasta ese momento no importaba carne y hoy se lleva más de 3,2 millones de toneladas siendo el principal mercado proveedor, el Mercosur.
Los alimentos siguen subiendo de precio por un aumento de la demanda y en el caso particular de la carne vacuna por el crecimiento económico del mundo, fundamentalmente de Asia que va a un ritmo mayor que la capacidad de incremento de la producción, por una cuestión biológica y con el agravante que solo Brasil y Argentina tienen posibilidades ciertas y concretas de aumentar fuertemente su producción.
Estamos ante una demanda estructural insatisfecha que perdurará en el tiempo. En los últimos 20 años la carne vacuna en el mercado internacional, según FAO, pasó de un valor base 100 a 190 en el 2021.
Nada de lo que está ocurriendo en el mercado de la carne vacuna puede ser analizado con el espejo retrovisor ni en el mercado internacional ni en el mercado interno. .Hay cambios estructurales que nada tienen que ver con el pasado.
Hace muchos años se remarca el estancamiento productivo del sector y la poca respuesta a estímulos. En general muchos de estos comentarios encierran un gran desconocimiento del ganadero y de sus motivaciones. En general nos encontramos con un sector que aumentó fuertemente su producción por hectárea, ante la pérdida de superficie ganadera se aumentó fuertemente la producción. Claramente la decisión de los ganaderos es mantener o aumentar la cantidad de animales en menor superficie con el menor gasto posible. La hacienda vacuna es una defensa de valor ante la gran inestabilidad histórica de nuestra economía, sino veamos cómo se valorizan la hacienda de cría: terneros, terneras, y los reproductores vientres y toros. Se sigue pensando que la falta de crecimiento es por desconocimiento y por falta de capacidad del productor; hace 40 años que se asevera lo mismo, y se toman medidas muy parecidas. No habrá llegado el momento de preguntarse cuáles son las motivaciones de los ganaderos y porque se privilegian los activos por sobre la producción.
Deberíamos salir del viejo paradigma consumo interno versus exportación, somos el país del mundo que más carne vacuna consume y estamos en el podio del mayor consumo de proteínas animales; carne vacuna, aviar y porcina, junto con USA y Australia. Por otro lado la mayor exportación colabora con menores valores para el consumo interno; los cortes más buscados por los argentinos, los parrilleros, no se exportan y en otros países los convierten en carne molida y hamburguesas.
Cuando vemos nuestros índices de destete y los pesos medios de faena estamos lejos de otros países ganaderos, nuestros índices de destete están en el 62 % mientras países con larga historia ganadera a cielo abierto y complejos como Australia y USA están en el 87% y 78% respectivamente, Uruguay en el 68% y cuando analizamos los pesos de faena en situaciones pastoriles parecidas a las nuestras Australia está en 270 kg de res por cabeza, Uruguay en 250 y nosotros hasta el último año en 225. Las buenas noticias a este aparente estancamiento en la producción individual es que debido a la revalorización de la vaca de descarte por la alta demanda del mercado asiático, se nota una venta de vientres improductivos que trae aparejado un aumento de las tas tasas de destete, que según los autores va del 63 al 66%. Por otro lado a partir de la valorización de los terneros y el fuerte aumento del precio del maíz, se nota un largo y permanente aumento del peso medio de faena que alcanza en el último año el más alto de los últimos 30 años:230 kg.res /cab y en permanente crecimiento; en el 2009, estaba en 209 kg.res/ca. . .
Cuando analizamos el stock el mismo prácticamente se mantiene, cayó el último año 100.000 cabezas, hubo un aumento de terneros y terneras así como vaquillonas, cayendo solamente las vacas, aumentando también novillos.
Todos los análisis por diferentes lugares nos llevan a que el ganadero responde a las señales del mercado, los sistemas se van adecuando pero no apuesta a grandes cambios como serían necesarios para un incremento constante de la producción porque no tiene señales desde la macro que le generen confianza.
Llegado a este punto si el mundo demanda carne y Argentina puede producirla no habrá llegado la hora que la política a través del Congreso genere una ley de Carnes que le de previsibilidad al negocio de manera tal que se pueda poner en marcha el boom ganadero generando divisas, mano de obra y ocupación territorial.
La cadena de la carne vacuna puede generar 10.000 millones de dólares extras y 200.000 nuevos puestos de trabajo y ocupación territorial a lo largo y a lo ancho del país. Es una oportunidad para la Argentina si la miramos con faros largos y no con el espejo retrovisor.
Para poder crecer no hace falta ningún subsidio sino previsibilidad, algo tan simple y y tan complejo como esto, que trascienda al gobierno y al funcionario de turno.
Si ponemos el foco en la producción veremos que se trabaja y se adoptó mucha tecnología en genérica animal, muy ligado a los activos y a la valorización de los mismos, ante la inestabilidad e inflación crónica, estas inversiones se amortizan a través de sus productos que son sus crías que a la vez han demostrado seguir los índices de inflación y del dólar.
Con este escenario y este panorama productivo nos encontramos que la cantidad de comida no alcanza, si queremos tener más terneros y aumentar los pesos medios de faena hace falta la revolución del pasto.
La cantidad de forraje, raciones disponibles, medida en forma satelital, solo alcanza para los magros resultados de destete que tenemos y recriar lo que estamos haciendo. Mucho se aumentó la producción por unidad de superficie al mantener el stock en 13,4 millones de hectáreas menos que pasaron a agricultura, o sea superficie de suelos agrícolas y producir 600000 tn más en los últimos 20 años, esto implicó una aumento de la productividad del 37% en suelos de muy inferior calidad.
Para seguir creciendo es necesaria la revolución del pasto. Corroborando esto hicimos una hipótesis de cuánto pasto y cuanta carne se puede producir tomando diferentes rindes de soja, el desafío es grande y apasionante. Hay tecnología disponible para poder hacerlo y solo es necesario un horizonte de previsibilidad.
Tenemos antecedentes que ello ocurrió en la década del 70 a partir del Plan Balcarce donde a través de un crédito del Banco Mundial y la Fao, con asesoramiento técnico y el apoyo del INTA Balcarce se logró aumentar la superficie de pasturas en un 120%, incrementar la carga de vacas en un 40%, lográndose a través de la alimentación, la sanidad y el manejo, cambiar el perfil productivo de 35 partidos del Centro Sur de la provincia de Buenos Aires.
En resumidas cuentas el mundo demanda carne, la Argentina necesita generar riqueza: divisas y mano de obra, el sector ganadero puede aportar mucho ¿qué se necesita?: previsibilidad, a través de una ley del Congreso y tecnología ya disponible comenzando con la más deficitaria EL PASTO que podría alcanzarse a través de un nuevo Plan de desarrollo y crecimiento como el realizado en los ´70.
Reproduzcamos la vaca viva generemos riqueza avanzando, desarrollando la Argentina a lo largo y a lo ancho, con una producción sostenible desde lo económico, lo social y lo ambiental, mirando con fatos largos y no con el espejo retrovisor.
Colaboración de Fernando Canosa / Producir Conservando - Conocimiento Ganadero
Fuente: https://www.campoenaccion.com/