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EL “BOOM” APICULTOR La miel argentina, vedette en Europa

En el primer bimestre de 2005, las exportaciones crecieron el 120%. En ese período se vendieron 12.055 toneladas por US$ 16.076.000. El principal comprador es Alemania. Por Florencia Gilardón. Especial para Clarín.com. informedeldia@claringlobal.com.ar La miel argentina recupera terreno. Aunque el precio por kilo continúa bajo a nivel internacional, el volumen exportado durante el primer bimestre de 2005 creció un 120 por ciento y un 32 por ciento en divisas, respecto del mismo período de 2004. Según informó el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), la venta de miel al exterior, con Alemania como principal destino, sumó 12.055 toneladas por un valor de 16.076.000 dólares en enero y febrero, frente a las 5.492 toneladas y 12.220.000 dólares registradas en el mismo lapso del año pasado. “Lo que busca el comprador es calidad y la miel argentina estándar, manejada con buenas prácticas, es excelente”, afirma Andrea Janín, analista química biológica y responsable técnica del área apícola de la Dirección Nacional de Alimentos. En lo que va de este año, Italia, Gran Bretaña, Estados Unidos, España, Francia, Bélgica, Canadá, Polonia, Irlanda y Japón también importaron miel argentina. Una vez superada la crisis de los nitrofuranos (sustancias que se utilizan como antibióticos, pero que están prohibidos para la aplicación en animales destinados a alimentos), el mercado comenzó a recuperarse. “El problema sobrevino cuando Gran Bretaña comenzó a aplicar un nuevo método de control que sólo existía en Europa. Después, en la medida que el SENASA y los laboratorios comenzaron a analizar la existencia de estas sustancias la situación se estabilizó”, afirmó la experta. Desde el año 2002, existe en la Argentina el Registro Nacional de Productores Apícolas (RENAPA), que cuenta a la fecha con un total de 26.300 productores con más de 3.2 millones de colmenas en todo el país. “Tenemos un país con latitudes muy amplias y eso da una gran variedad de mieles. Tantas que es imposible determinarlas”, afirma Janín. Su área todavía aguarda recibir información sobre la última cosecha proveniente de las diferentes provincias. “Este año la cosecha se atrasó mucho por causas climáticas, porque la primavera y el verano fueron muy irregulares con fríos que inhibían la floración”, explica Janín. Sin embargo esto no impidió que las ventas al exterior se concretaran bajo los estándares internacionales. Para dar un marco de seguridad, todo productor debe tener en cuenta la guía de buenas prácticas apícolas y de manufactura, sumado al Protocolo Nacional de Calidad de Miel que fue publicado por La Dirección Nacional de Alimentos en diciembre de 2004, y al que ya adhirieron unos 600 productores. El apicultor es un criador de abejas. Así se define Adrián Gutharz, propietario desde hace 4 años de unas 150 colmenas ubicadas en Capilla del Señor y en Mercedes, provincia de Buenos Aires. “Una de las cosas que tiene las apicultura es que no es una ciencia exacta, depende mucho del tiempo y de la floración. Si no hay flores no hay miel”, señala. Gutharz explica que cada colmena es única e independiente. Tiene una reina, sus obreras y sus zánganos, que sólo se dedican fecundarla. “Las colmenas constan de una cámara de cría y una cámara melaria. La abeja estira la cera en cada alza y construye las celdas. Durante la temporada alta de verano, puede llegar a haber hasta 80 mil abejas en una misma colmena”, cuenta el perito apicultor. Un kilo de miel de exportación a granel cotiza entre los 2,60 y los 2,04 pesos. Por este motivo, algunos productores prefieren envasarla para consumo interno y venderla a 10 pesos el kilo. “La miel pura se cristaliza a los seis meses. Y todos los productos de la colmena son fotosensibles, no hay que exponerla a la luz del sol, y no hay que dejarla abierta porque la miel intercambia humedad con el ambiente”, explica Gutharz. En la Argentina también están quienes se dedican a la producción de miel orgánica, que se produce bajo estrictos controles (las abejas no se medican y las colmenas no se fumigan) y es la más costosa de todas: 20 pesos el kilo. El trébol, el melilotus, la alfalfa, el cardo y el diente de león son las mejores flores del campo para que las abejas recolecten néctar. Esto se da durante la primavera y el verano, luego las abejas guardan reservas para pasar el invierno. “Para los que quieran experimentar con la apicultura se les recomienda comprar un núcleo, que es la mínima expresión de una colmena y cuesta entre 100 y 150 pesos. Lo ideal para empezar, son 10 colmenas” dice Gutharz. Se dice que un apicultor tiene que ver las cosas como una abeja, saber de floraciones, ser paciente y amar la naturaleza. Con algo de constancia y mucha pasión, luego llega el negocio de la exportación.