Expertos en ganadería cuentan todo lo que hay que hacer para lograr las madres más fértiles
En la Argentina, el incremento de la producción de carne es un objetivo permanente. Con un stock de 53 millones de animales y 203.296 establecimientos, la producción de carne vacuna busca reposicionarse en el sector agroalimentario argentino. Según un estudio realizado en el marco del proyecto disciplinario Gestión integral del riesgo agropecuario, “la actividad ganadera es relevante en la mayoría de las provincias de la Argentina; esto se refleja en el stock del último año –2021– que denota existencias de hacienda en las 23 provincias”.
Por esto, especialistas analizan la situación actual de los sistemas de cría y recría y brindan recomendaciones para intensificar y estabilizar el sistema productivo, aumentar el porcentaje de preñez y lograr una mayor cantidad de terneros por unidad de superficie. Esta nota fue publicada en la última edición de la Revista IDIA21.
De acuerdo con Sebastián López Valiente, especialista en sistemas de producción ganaderos del INTA Cuenca del Salado, “el potencial de la región permite un margen de incremento en los índices productivos”. Y agregó: “A pesar de que la región mantiene uno de los porcentajes de destetes más altos de la Argentina, existen herramientas que permitirían mejorar y estabilizar los índices reproductivos”.
La sanidad del rodeo es un factor clave para reducir las mermas. Por esto ponen el foco en la importancia del diagnóstico y proponen diferentes esquemas de vacunación, tratamiento, manejo y prevención que aseguran una correcta sanidad.
Por otro lado, López Valiente puntualizó que “muchas veces, el factor condicionante es el ajuste de carga”. En este sentido, añadió que “el estado corporal de la vaca en el preparto es el mejor indicador para establecer si la carga que estamos manteniendo es la adecuada”.
“Para mejorar los índices es fundamental poner el foco en la condición corporal del rodeo, ajustar la carga en los potreros y aplicar un plan sanitario acorde a la realidad de cada zona de producción”, puntualizó López Valiente.
Con un stock de 53 millones de animales y 203.296 establecimientos, la producción de carne vacuna busca reposicionarse en el sector agroalimentario argentino.
El estado corporal óptimo para la vaca es de 3, en una escala de 1 a 5. “Entrar a la temporada de partos con un estado corporal bajo condiciona el reinicio de la ciclicidad ovárica y, por ende, la próxima preñez que, dependiendo de las condiciones climáticas, podríamos perder puntos de preñez o en su defecto afectar su calidad”, expresó el especialista del INTA quien destacó la importancia de garantizar un buen estado corporal al parto es fundamental.
Para esto, es necesario manejar las cargas en otoño. De este modo, se puede intervenir y disminuir los requerimientos de la vaca para que llegue al parto en mejor estado. En este punto, López Valiente señaló que la fecha del destete es una herramienta que se usa para disminuir los requerimientos del vientre y que pueda recuperarse con mayor tiempo, antes de la temporada de parto. “Esta decisión afecta directamente el peso de venta del ternero, pero nos permite entrar mejor al parto y poder asegurar mejores porcentajes de preñez”, expresó.
Otro momento para intervenir el rodeo y que no afecte el porcentaje de preñez es previo a la temporada de servicio, el tiempo de acción es menor y debemos actuar muchas veces incorporando insumos al sistema. “Muchas veces los productores saben que, con primaveras buenas, un bajo estado corporal se puede revertir, pero les puede costar un retraso en el tiempo de parto-concepción, reducir el número de terneros e incluso el kilaje de los mismos al momento del destete”, indicó López Valiente.
De todos modos, si no pudieran llegar con un buen estado corporal al parto y, por una alta carga o contingencia climática, los vientres no están con el estado corporal deseado hay herramientas para utilizar y estabilizar los porcentajes de preñez. “Dependiendo de la disponibilidad forrajera y el estado corporal de los vientres, podemos recurrir a destetes precoces o hiperprecoces, destetes temporarios (colocación de tabletas nasales que le impiden el amamantamiento de los teneros) o la aplicación de tratamientos hormonales para que las vacas reanuden su actividad ovárica”, puntualizó el especialista del INTA quien advirtió que para aplicarlas, se deberá conocer la situación particular de cada sistema, pero “es importante remarcar que existen herramientas para revertir dicha situación. Dependerá del tiempo y dinero que se quiera invertir en el rodeo”, aseguró.
Un ensayo sobre sistemas de cría demostrativos demostró que fue posible incrementar la carga más del 50 % e incrementar proporcionalmente la producción de terneros por hectárea, manteniendo los índices reproductivos, con la implementación de cadenas forrajes, un plan sanitario acorde, manejo de carga, según estado corporal y disponibilidad forrajera y la utilización de la fecha de destete.
“La producción y manejo del forraje, tanto en campo natural como pasturas y verdeos y fertilización, será fundamental para poder incrementar el número de terneros destetados”, afirmó López Valiente quien aseguró que, para esto, se necesitará un acompañamiento de políticas que permitan al productor realizar inversiones para atender la mayor demanda que implica la intensificación de los sistemas de cría.
La expectativa es que el rodeo nacional pueda acercarse lo más posible a un ternero por vaca por año. Sin embargo, aunque parece lejano este planteo, López Valiente aseguró que para aumentar el índice de destete “el primer gran desafío es lograr la mejor alimentación de la vaca durante todo el año, acompañado con políticas que favorezcan la inversión y el riesgo que implican las mismas”.
Para eso, es necesario generar más forraje y complementarlo. “En algunos casos se trata de implantación de nuevas pasturas y, en otros, de infraestructura –alambrados, aguadas– para administrar mejor el forraje del campo natural, pasturas o verdeos”, expresó López Valiente y agregó: “En este punto, es necesaria una correcta evaluación de los recursos forrajeros en función de los objetivos del sistema o las posibilidades productivas de cada zona”.
Debido a la distribución territorial de la ganadería bovina en la Argentina, la generación de tecnologías debe responder a una gran diversidad de condiciones ambientales y socio-económicas propias para cada territorio. En Corrientes, la ganadería de cría bovina es la principal actividad agropecuaria y se desarrolla sobre todo en campo natural de manera extensiva.
Al 2018, el stock provincial era de 4.670.167 bovinos y la producción de carne a rondaba los 56 kilos por hectáreas promedio ponderado. Con el foco puesto en aumentar ambos valores, el INTA junto con universidades, más las experiencias de profesionales y productores del NEA avanzó en desarrollo de una serie de tecnologías para la cría bovina en la provincia.
“El proceso de adopción tecnológica en sistemas de cría es lento”, afirmó Diego Bendersky –especialista en Producción Animal del INTA Mercedes– y añadió: “Uno de los motivos es la dificultad de transmitir las tecnologías de procesos, las cuales, además, requieren un período de aprendizaje. Sin embargo, sabemos que una forma de facilitar su adopción es informar y validar junto al productor acerca del impacto productivo que genera su incorporación”.
Para avanzar, es necesario diferenciar las tecnologías consideradas como básicas, en el sentido de que son necesarias para desarrollar la actividad de cría vacuna en Corrientes, de las tecnologías mejoradoras del modelo productivo básico. En esta línea, Bendersky detalló las tecnologías básicas: “La nutrición –ajuste de la carga animal del campo natural en el otoño, suplementación mineral completa y suplementación proteica en recría durante el invierno–, la reproducción –estacionamiento del servicio por tres meses en primavera, anticipación de la edad del primer servicio a la vaquillona, diagnóstico de gestación y clasificación del rodeo, destete total al inicio del otoño–, la sanidad –calendario sanitario básico y examen de toros– y la genética –selección de vaquillonas para reposición y elección de toros–”.
La incorporación de las tecnologías mejoradas debe ir acompañada por ciertas mejoras en el campo, como alambrado eléctrico para subdivisiones, pozos para asegurar la disponibilidad de agua, balanza para pesar la hacienda, distintos tipos de comederos.
Bendersky aclaró que la aplicación de estas prácticas requiere contar con instalaciones adecuadas a la actividad de cría como apotreramiento, aguadas, corrales, bañadero y capacitar al personal de campo para asumir nuevos desafíos.
Asimismo, la incorporación de las tecnologías mejoradas debe ir acompañada por ciertas mejoras en el campo, como alambrado eléctrico para subdivisiones, pozos para asegurar la disponibilidad de agua, balanza para pesar la hacienda, distintos tipos de comederos. En campos bajos es necesario tener en cuenta que la inversión aumenta, con respecto al desagüe de potreros como así también a la instalación de dormideros y sombras. A su vez, a medida que se complejizan los sistemas de producción, es necesario capacitar al personal, implementar un proceso de gestión y contar con asesoramiento técnico.
Los resultados de los ensayos realizados en el Unidad de Cría de la Estación Experimental Agropecuaria Mercedes demuestran que, a medida que se avanza en la escalera tecnológica, aumenta la productividad del sistema, tanto en campos de loma como bajos. “De hecho, engordar la vaca vieja implica un incremento del 11 % con respecto al modelo básico de producción, manejar la lactancia implica un incremento adicional del 17 %, destetar precozmente a la vaca de primer servicio o adelantar la edad de entore significa un incremento adicional del 9 % y mejorar el recurso forrajero proporciona un 7 % más de kilos de ternero”, indican trabajos del INTA Mercedes.
El conocimiento del impacto productivo generado por la aplicación de tecnologías, constituye una herramienta para los profesionales del sector a la hora de promover su adopción. “Pudimos demostrar que con la aplicación de la tecnología es posible incrementar los kilos de los terneros, con respecto al modelo básico de producción”, expresó Bendersky y agregó: “Con un nivel tecnológico básico, la producción de terneros aumentaría un 39 %, dato importante para diseñar políticas públicas que faciliten la adopción de estas tecnologías. A su vez, y a escala experimental, con la incorporación de las tecnologías mejoradoras –que implican mayor uso de insumos– se demostró que, la producción de terneros podría duplicarse en Corrientes”.
“Los resultados muestran los beneficios de la incorporación de tecnologías en los sistemas de cría, cuando las condiciones de infraestructura, capacitación, asesoramiento, financiamiento están dadas”, destacó el especialista.
Fuente: https://www.campoenaccion.com