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TECNOLOGIA Y MANEJO EN GANADERIA: COMO ENGORDAR DONDE LA CRIA PARECIA LA UNICA ALTERNATIVA.

En Entre Ríos, Sergio Dezorzi y Ezequiel Moreno multiplicaron por siete la producción de carne del campo.

El rol clave de los pastizales naturales

El agro argentino está repleto de innovadores: mentes abiertas que se animan a desafiar los paradigmas existentes y plantear esquemas empresariales y productivos que superan a los existentes. Y lo más interesante es que logran hacerlos sustentables ambiental y económicamente.

Este es el caso de Sergio Dezorzi y Ezequiel Moreno, dos amigos que también comparten la profesión -son licenciados en administración agropecuaria- y que plantearon "un esquema innovador en una zona conocida como Selva Montielera en Entre Ríos, para pasar de una cría extensiva a una invernada tecnificada bajo monte natural", como comentó Dezorzi (Ver Una zona&).

El proyecto, liderado por su propia empresa -Conagro & Asociados- se comenzó a diseñar luego de la crisis de 2001, cuando las opciones de inversión no abundaban. Por el contrario, "el descreimiento en el sector financiero hizo que muchos individuos y empresas no encontraran canales confiables y serios en los cuales invertir; eran limitadas las opciones para colocar el dinero", precisó Moreno.

Por otro lado, la ganadería comenzaba a ser acorralada por la rápida expansión agrícola, "empujándola a campos de menor potencial productivo, muchas veces olvidados", recordó Dezorzi. En este contexto, el desafío fue doble: por un lado, diseñar un esquema de financiamiento del proyecto basado en la credibilidad y el riesgo conocido y, agronómicamente, romper el paradigma de la cría extensiva con sobrepastoreo para reemplazarla por una invernada bien tecnificada y bajo monte.

Innovación empresaria

"Desarrollada la propuesta, comenzamos a conversar con empresas y personas del sector financiero, sobre la conveniencia de abrir los horizontes a nuevos tipos de inversión, que pudieran ponerlos al resguardo del fenómeno inflacionario y la devaluación", precisaron los socios. Además, debían generar una utilidad lo suficientemente interesante como para cubrir el riesgo que los inversores iban a correr.

La integración empresaria se realizó entre "Estancia de Fierro -propietaria de la tierra, ubicada en Feliciano, Entre Ríos- y el grupo inversor I.B. Emprendimientos, mediante contratos de capitalización 50:50", relataron.

En términos simples, tanto propietario como inversor asumieron el riesgo empresario obteniendo como renta el 50% de los kilogramos de carne logrados.

El capitalizador aportó también "los costos de estructura, insumos, alambrados, mejoras, semillas, fertilizantes, y todo gasto relacionado a la siembra para la reconversión de la actividad ganadera", puntualizó Moreno.

Reconversión productiva

La transformación hacia una invernada de punta "nos llevó a establecer como política productiva la de respetar a rajatabla cuatro pautas fundamentales: manejo, nutrición, sanidad y genética", explicó Dezorzi.

Tecnológicamente, aprovecharon el pico de producción de pastos naturales en primavera. Además, incorporaron nuevas especies y variedades para asegurar la oferta forrajera en cantidad y calidad durante el resto del año.

Todo ello acompañado por una prolija estrategia de fertilización y reapotreramiento, incluyendo también la suplementación con granos en los meses críticos.

El campo se subdividió en parcelas de 30 hectáreas, para lo cual se abrieron picadas en el monte, facilitando el tendido de los boyeros eléctricos, los cuales se tendieron con doble alambre, electrificado con paneles solares. Por otro lado, debido a la poca infraestructura en aguadas, se abrieron calles que desembocaban en el potrero en el cual había agua.

Todas las parcelas se mantuvieron bajo pastoreo rotativo con una carga animal instantánea de 2,50 a 3 EV/ha, evitando el sobrepastoreo de especies palatables.

Con un manejo como el descripto, "se evita pulverizar con herbicidas, lo cual tendría un efecto negativo y afectaría a las especies arbóreas del monte nativo", explicaron los socios.

A partir de las lluvias de marzo-abril, realizan la siembra aérea con variedades de mayor contenido proteico y energético, tales como rye grass autóctono y lotus nativo, adquiridos en la zona.

El impacto en la producción de forraje es sorprendente: llegan a ofertas de 5.000 a 6.700 kg/ha de materia seca (Ver El rol clave de los pastizales...).

En los meses críticos se suplementa con maíz partido, sorgo y afrechillo de arroz, dependiendo su elección de la época del año y de la categoría del animal. Son todos suplementos que fácilmente se consiguen en la región.

Los niveles de suplementación varían entre 0,5 y 1,5% del peso vivo del animal. Se logra, así, una distribución más pareja de la oferta forrajera durante todo el año en cantidad y calidad, manteniendo el ritmo de engorde, y evitando el sobrepastoreo.

Para ser más eficientes financieramente, decidieron hacer "una invernada rápida de entre 10 y 12 meses, comprando terneras mestizas Aberdeen Angus, Hereford, Shorthorn y sus cruzas, de 150 a 160 kilos de promedio, que terminan como vaquillas de consumo de entre 330 a 350 kg/animal", puntualizó Dezorzi.

Los resultados obtenidos son alentadores e impulsaron a Dezorzi y Moreno a presentar su caso en el concurso que el Banco Francés realiza para emprendedores agropecuarios y obtuvieron el segundo premio en la categoría "actividad agropecuaria con orientación tecnológica y productiva".

En la práctica, los dos socios pudieron demostrar que los sistemas agroforestales poseen un potencial "superior a los sistemas ganaderos de cría extensiva y hasta degradativa del suelo en la zona", destacaron. Y sentaron un precedente sobre alternativas productivas superadoras que sean compatibles con la preservación ambiental.

"Aumentamos la carga animal, pasando de 0,7 a 2,4 EV/ha, incrementando la ganancia diaria de peso vivo y la producción total de carne por hectárea y por año de 80 a 550 kilogramos (casi 7 veces); acelerando además la terminación de los animales", agregaron.

Desde el punto de vista del negocio, la ganancia financiera para el inversor fue, a lo largo de las tres campañas, altamente positiva, ya que "logró una rentabilidad anual del 29,3%", precisaron.

Por su parte, el propietario de la tierra, bajo este esquema de capitalización, pasó "de facturar de 70 dólares por hectárea por año a 196 dólares por hectárea por año. A eso hay que sumar descuentos en el impuesto inmobiliario, ya que Entre Ríos estimula este tipo de emprendimientos", agregaron los emprendedores.

De cara al futuro, Dezorzi y Moreno están convencidos del potencial que tiene este esquema de trabajo.

"Estamos llevando a cabo un proyecto similar en el Establecimiento El Guanaco', ubicado en Lucas Norte, del Departamento Villaguay, también en Entre Ríos", precisaron. Y agregaron que también están trabajando "en el diseño y evaluación de un nuevo proyecto similar en un campo de 2.000 hectáreas en Quimilí, Santiago del Estero".


El monte natural y sus pastizales cumplen funciones "insustituibles de protección del suelo, ya que es una barrera a la erosión, no sólo del sector cubierto con los pastos, sino también de las áreas aledañas de aprovechamiento económico", destacaron Dezorzi y Moreno. Esa protección se hace más importante aún en ambientes con pendientes y suelos de baja capacidad natural de infiltración. Por otro lado, si bien "este campo poseía buenos tapices naturales, el manejo de los mismos no era el adecuado", contó Dezorzi, ya que "se utilizaba un sistema de pastoreo sin control que degradaba el recurso forrajero y disminuía la diversidad de especies", agregó Moreno. En términos técnicos, los pastos eran consumidos de forma intensa, ejerciendo una gran presión sobre las especies más palatables y de mayor valor forrajero, "fenómeno que era evidente en las cercanías de aguadas y en potreros más antiguos", enfatizó Dezorzi. "Hay que saber que el pasto, además de ser de muy bajo costo, es un recurso natural muy valioso que debe ser preservado y potenciado", agregó. Pero debe ser visto no sólo como una "masa verde, sino como un ente dinámico en el que interesa el grado de enmalezamiento, la proporción de suelo sin utilizar, la densidad de especies útiles y la producción de materia seca", concluyeron.
 
Santiago Lorenzatti. Especial para Clarín Rural.  www.clarin.com